Sobrevivir y vivir

Sobrevivir y vivir (un homenaje a la revista de Grothendieck)

martes, 18 de febrero de 2014

Antonio Brailovsky sobre la inundaciones

Apuntes sobre las últimas inundaciones


Después del desastre de las últimas inundaciones, salió a la superficie una trama de irresponsabilidad política e inmobiliaria, falta de planeamiento urbano y una relación naturaleza-sociedad de la cual nadie quiere ocuparse. En Buenos Aires, ciudad inundable el economista y especialista en temas de ecología Antonio Elio Brailovsky investiga las principales causas de un fenómeno tan complejo y de larga data como urgente de solucionar. / Por Marcela Mazzei. Foto focolare.org

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Después de las inundaciones del último 2 de abril, cuando bajó el agua, quedaron flotando las preguntas. ¿Qué provocó semejante desastre? ¿Por qué es cada vez más frecuente? ¿Quiénes son responsables? Y, sobre todo, ¿qué hacer cuando vuelva a llover así? Muchas respuestas están publicadas desde 2010 en Buenos Aires, ciudad inundable, una investigación rigurosa de Antonio Elio Brailovsky, licenciado en Economía Política y especialista en temas de ecología, que explica, como dice el subtítulo, “por qué (la ciudad) está condenada a un desastre permanente”, y arriesga conclusiones que nadie parece tener ganas de escuchar. “Cuando alguien dice que la culpa de las inundaciones la tienen las bolsitas de basura que tapan los desagües o que estamos en otoño y no barrieron las hojas, están dando una pequeñísima causa que no puede explicar esa magnitud de muertes”, argumenta Brailovsky, que asume la banalidad de los comentarios como respuesta a “un ocultamiento del tema, asociado con proteger un negocio inmobiliario perverso”.
La irracionalidad económica es una de las principales causas de un fenómeno complejo que recién ahora, ante la evidencia, entró en el debate público. Mucho antes de la ebullición de los proyectos de departamentos desde el pozo, Buenos Aires vivió inundaciones, aunque nunca tan devastadoras, sorpresivas e inesperadas. “La historia del último siglo en Buenos Aires es la historia del descenso de la ciudad hacia las zonas naturalmente inundables”, dice Brailovsky. “Es decir, los lugares que ocupaban los arroyos antes de que existiera la ciudad.

“Cuando alguien dice que la culpa de las inundaciones la tienen las bolsitas de basura que tapan los desagües o que estamos en otoño y no barrieron las hojas, están dando una pequeñísima causa que no puede explicar esa magnitud de muertes.”


Una vista a vuelo de pájaro sobre el área metropolitana muestra cómo los cursos de agua de la provincia desembocan en el Río de la Plata a través de varios arroyos –todos entubados a fines del siglo XIX, cuando se decidió que serían desagües cloacales e industriales y comenzaron a parecerse al Riachuelo hoy– que últimamente ganaron popularidad: el Maldonado, que corre debajo de la avenida Juan B. Justo; el Vega que Belgrano “descubrió” en 2010; el Medrano, que desemboca a la altura del Parque de los Niños, donde alguna vez hubo un bucólico club de remo; y el Cildáñez, en la zona que supo llamarse El bañado de Flores: apenas unos hilos celestes en el mapa hasta que irrumpieron con violencia en las viviendas destruyéndolo todo.
En 1713 los mapas de la región tenían más información que hoy, porque entonces servían para indicar las zonas inundables en donde estaba prohibido asentarse. “Una vez que la ciudad aceptó que se ocuparan y envió gente a poblar las zonas de riesgo, bueno, hubo que borrar de los mapas la topografía”, razona el autor. Al creciente número de personas afectadas, le cabe una paradoja: “Primero metemos gente donde no deberíamos haberla metido, y después gastamos millones en tratar de sacar el arroyo de ese lugar, cuando lo sensato hubiera sido delimitar áreas que son aptas para el poblamiento”.
Si la ausencia de carteles indicativos de “zona inundable” tanto en el mapa como en el territorio parece una conducta irracional, en simultáneo se da una especie de complicidad entre el responsable (“a ningún funcionario le gustar dejar una prueba de que está autorizando algo que no debiera”) y la víctima, del tipo Síndrome de Estocolmo, donde los inundados piden: escondan que esto se inunda porque se desvaloriza la propiedad. La resultante de esa contradicción es “una actitud casi religiosa, la de creer que alguna obra mágica va a solucionar el problema”. Lo sabe cualquier ingeniero: una obra permite proteger a la población del nivel de lluvia para el cual está diseñada y las obras solo se hacen si alguien las financia: Francia, por ejemplo, respondió a la inundación extremadamente severa de 1910 con un murallón en el Sena y una red de desagües mucho más grandes que los que Buenos Aires tiene y podría pagar.

“El arquitecto que construyó tres subsuelos de estacionamiento en una zona inundable hizo mala praxis.”


El problema de las inundaciones es un rompecabezas de mil piezas, de las más intrincadas contradicciones a las causas más concretas, entre las que figuran los milímetros de agua caídos. Un cuadro en el capítulo uno del libro muestra la evolución de las precipitaciones por año en la región: si en 1801 fueron 727, entre 1901 y 1950 un promedio de 981, solo entre 2001 y 2002 cayeron 1600 milímetros. Llueve más, hay más cantidad de personas viviendo en zonas deprimidas del relieve y el Río de la Plata, cambio climático mediante, creció, al igual que los obstáculos: el terreno absorbente que forman los espacios verdes se han reducido por el boom de la construcción, así como por la hilera de edificios de Puerto Madero cuyos cimientos formaron en los últimos años una barrera para el desagüe de las napas. El entubamiento de los arroyos tampoco colabora: las paredes y columnas de cemento demoran el escurrimiento durante una crecida: por eso muchas ciudades están atravesadas por cursos de agua al aire libre.
Pero si entre los factores concurrentes se destaca alguno, como una síntesis del fenómeno, es la relación naturaleza-sociedad. “La gente está entrenada para no ver el medio natural”, afirma Brailovsky, que ejemplifica con lo que sucede a ambas márgenes del río Reconquista en la zona de Rincón de Milberg. Mientras la población de la isla construyó sus viviendas sobre palafitos y en cada inundación reacciona con paciencia y recurre a las reservas de alimentos hasta que el agua baje, en la margen opuesta los asentamientos de casas precarias se desmoronan, las personas tienen que ser evacuadas y pierden todas sus pertenencias una y otra vez. “Se creó otro mito: que es posible vivir en un mundo artificial, sin tener en cuenta este contexto natural que sigue existiendo. Y hay que encontrar la manera de convivir con él”, resume.
La pieza de gestión es clave. Si el arroyo es una cuenca que no reconoce límites políticos, las diversas jurisdicciones deben compatibilizar planes hidráulicos y ejecutarlos de manera coordinada. “Lo más sensato es que en la cuenca baja, en gran parte de la ciudad, haya desagües que saquen el agua rápido y en la cuenca alta, en la provincia, haya represas que retengan el agua. La represa Ingeniero Carlos F. Roggero, que regula el río Reconquista en Moreno, sirve para eso: hay que mantenerla vacía cuando no llueve para que cuando llueva el agua la llene y a su vez controle la inundación aguas abajo.
Aceptar que el fenómeno existe y cambiar los códigos de planeamiento urbano y de edificación para señalizar nítidamente las áreas inundables es necesario pero no suficiente. Brailovsky también reclama a los profesionales más criterio en el diseño: “El arquitecto que construyó tres subsuelos de estacionamiento en una zona inundable hizo mala praxis”, dice. Profesor de la Universidad de Buenos Aires y de la de Belgrano, reconoce que en general los temas de ambiente urbano aparecen en materias de posgrado u optativas, y para los arquitectos el mensaje es “usted ocúpese de lo suyo”.

“La historia del último siglo en Buenos Aires es la historia del descenso de la ciudad hacia las zonas naturalmente inundables.”


Y si una pieza le faltaba al rompecabezas, es la cuestión social. Las zonas inundables están variando y son las denuncias al periodismo de los vecinos, del shopping Dot a Tecnópolis, las que alertan y se convierten en “herramienta de gestión” para pedir nuevos estudios hidrológicos: Nordelta, algunas bajadas o salidas de la autopista Buenos Aires-La Plata, y quizás al Estadio Único de La Plata. Pero siempre es más redituable hacer una autopista que un desagüe, que no se ve y si funciona nadie lo advierte.
Sea cual sea la condición social, ¿está preparada la población para responder ante una inundación? La aceptación de fenómeno natural implica una respuesta de adaptación, y a Brailosvsky le ronda la cabeza la foto de un joven en Colonia, Alemania, que estaciona el kayak para hablar desde un teléfono público, que por supuesto funciona a pesar de la inundación. “Durante la última gran tormenta en Nueva York usaron las redes de telefonía celular como advertencia, y eran las empresas las que con sus antenas detectaban a sus clientes y les enviaban un mensaje de texto de la propia compañía que decía: ‘usted está en área de riesgo, salga rápido’. No es cierto que en La Plata no había celulares, funcionaban para una sola cosa: los usuarios recibían promociones para comprarse un auto cero kilómetro.”
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Buenos Aires. Ciudad inundableBuenos Aires, ciudad inundable
Antonio Elio Brailovsky
Capital Intelectual/Le Monde Diplomatique
248 páginas

jueves, 6 de febrero de 2014

Cambio climático: El Amazonas

Un reciente estudio científico publicado en Nature sostiene que por los extremos en las precipitaciones esa cuenca fluvial  ya no refrescará la atmósfera y comenzará a emitir más gases contaminantes de los que consume.

El Amazonas dejará de enfriar la atmósfera y se convertirá en una fuente de dióxido de carbono (CO2) si continúa el cambio climático y los extremos en las precipitaciones, según un estudio publicado en la revista británica Nature. Un equipo internacional de científicos, liderado por Luciana Gatti, del Instituto de Pesquisas Energéticas y Nucleares de San Pablo, Brasil, analizó la cantidad de carbono emitido a la atmósfera en la cuenca del Amazonas en 2010, un año extremadamente seco, y en 2011, en el que el volumen de precipitaciones superó lo habitual. 
Los resultados de la investigación demostraron que en el año de sequía, el que hasta ahora era considerado el "pulmón del planeta" liberó cantidades "sustanciales" de dióxido de carbono a la atmósfera, mientras que en el año húmedo liberó y absorbió la misma cantidad. En 2011, el balance de CO2 en la cuenca del Amazonas se mantuvo neutral, pero en ninguno de los dos casos consiguió reducir la cantidad de ese gas contaminante en la atmósfera ni fomentó su enfriamiento.
"El Amazonas está cambiando según observamos más años muy secos y más muy húmedos. Si esta tendencia continúa, la región se convertirá en una fuente de dióxido de carbono para la atmósfera que acelerará el calentamiento global", señaló John Miller, del Instituto Cooperativo de Investigación en Ciencias Ambientales de la Universidad de Colorado (EE UU), participante en el estudio.
Las condiciones de sequía de 2010 provocaron, por un lado, que la selva amazónica no creciera y que, al reducirse la fotosíntesis, la vegetación absorbiera menos dióxido de carbono, y, por otro, que aumentaran los incendios y la emisión de dióxido de carbono.
Por el contrario, en 2011, las precipitaciones sí fomentaron el crecimiento de la vegetación, que absorbió más dióxido de carbono del que emitió.
El cambio climático, las variaciones extremas en las precipitaciones y el aumento de la temperatura provocaron un aumento del dióxido de carbono emitido en el Amazonas y podrían convertir esa zona verde del planeta, que antes contribuía al enfriamiento, en un emisor de ese gas acelerador del calentamiento global.
Desarrollada alrededor del río Amazonas y de su vasta cuenca fluvial, la extensión de la selva llega a los 6 millones de km². El Amazonas es el lugar con la mayor biodiversidad del planeta. En una sola hectárea de bosque se registraron en promedio 400 especies diferentes de árboles y plantas. Con un quinto de todas las especies de pájaros de la tierra, 2000 especies de mamíferos y 2000 de peces, además de 2,5 millones de especies de invertebrados, el bosque pluvial tropical suramericano es considerado como el lugar biodiverso más precioso del mundo. Hasta ahora.  «


la voz de alerta de un premio nobel
El premio Nobel de Química mexicano  Mario Molina advirtió recientemente que los principales gobiernos mundiales "no se están tomando en serio" el calentamiento global, problema que, de no atajarse, podría conllevar incluso la desaparición del Amazonas.
"Ya hay cambios muy preocupantes" como los episodios extremos de inundaciones, sequías y los grandes huracanes, aseguró Molina, que confía en que la sociedad reaccionará a tiempo.
El físico atmosférico mexicano recordó que uno de los compromisos alcanzados en la Cumbre del Clima de Copenhague de 2009 fue evitar que la temperatura media del planeta aumentara por encima de 2 grados celsius en 2050, lo que en su opinión no se está cumpliendo, "porque ya ha subido un grado". El acuerdo lo firmaron Estados Unidos y China, y "quizá no lo estén desarrollando por miedo a la pérdida de competitividad económica", pero el aumento es un hecho y el clima "ya está cambiando", indicó.
Molina, galardonado con el Nobel en 1995, aseguró que la opinión de la comunidad científica al respecto es "unánime", por mucho que se quiera dar una imagen de "división" entre los expertos, que únicamente discrepan sobre si la temperatura se elevará de 3 a 5 grados o de 6 a 7 antes de que finalice este siglo.
Según pronostica el Nobel, a corto plazo, el calentamiento provocará "sequías e inundaciones más acentuadas, aumento de los incendios forestales y de las olas de calor".

fuente: Tiempo Argentino

lunes, 27 de enero de 2014

Efectos del cambio climático en Argentina

La Argentina no está ajena a los efectos que está provocando el cambio climático. Además, hay que recordar que la base económica del país depende de la actividad agropecuaria, cualquier alteración que se produzca en el clima afecta directamente el desarrollo del país, porque la actividad industrial y de servicios no alcanzan los niveles de rentabilidad que logra el campo. 

En los ultimos años se vienen experimentando señales que marcan el inicio de un cambio en las condiciones ambientales. A continuación, se mencionan algunas de ellas y los efectos que pueden provocar en nosotros a nivel terrritoral y economico. 

* La ciudad de Buenos Aires viene sufriendo un aumento en los niveles pliviometricos desde el año 2000, las malas condiciones se prolongan por varios días y recientemente en julio de 2006 padecio de una tormenta con granizo de tamaño inusual y durante una epoca del año en donde este fenómeno meteorológico no es frecuente. 

Ademas, los alertas meteorológicos pasan a ser un llamado de atención ante la proximidad de una tormenta, que pueden ser cada vez mas violentas y con mayor nivel de lluvias saturando los desagues pluviales. El promedio de lluevias ascendio en los ultimos 50 años en un 35%. 

* Las tormentas marinas son cada vez más repentinas y violentas, provocan una fuerte erosión costera, cuya consecuencia directa es la pérdida de arena en las playas. Desde San Clemente del Tuyú, Pinamar, Villa Gesell, por nombrar algunos, el agua del mar está llegando a las avenidas costaneras o hasta la línea de edifiacion, situación que puede observarse en toda la costa bonaerense cuando se producen sudestadas mas o menos violentas que permanecen por varios dias. 

* En la Patagonia, un ejemplo es la situación de riesgo que experimenta la ciudad de Viedma, que está emplazada a solo 2,5 metros sobre el nivel del mar y estaría en peligro y tal vez tenga que ser abandonada. 

Viedma ya pasó por una experiencia de destrucción completa por un huracán del sudeste a fines del siglo XIX y puede correr riesgos semejantes si el cambio avanza, aumentando el nivel del mar (A. E. Brailovsky; "El cambio climatico en la Argentina"

* Si el nivel del mar sigue incrementándose como lo viene haciendo, la laguna de Mar Chiquita y de continuar el derretimiento de los hielos polares la ingresión marina ocuparía el centro de la provincia de Buenos Aires, alcanzando las lagunas encadenadas y ciudades como Lobos, Chascomús, Monte, Navarro, entre otras, quedaran sumergidas, el mismo peligro tienen las ciudades que se ubican sobre las costas del mar y grandes ríos. 

El impacto del cambio climatico en la Argentina (leer) 
* El significativo retroceso de los glaciares a un promedio de mas de 1 metro por año, durante los ultimos 10 años, esta situacion se repite en en 48 glaciares de los 50 que tiene la Argentina. 

* Importantes zonas del país están experimentando lluvias inusuales como en Salta, Tucumán, Santiago del Estero y Córdoba que provocan inundaciones, la situación se ve agravada por el desmonte para ampliar las areas de cultivo, que va perjudicando la calidad del suelo y favoreciendo su erosión. 

* La disminución en la acumulación de nieve en la cordillera puede perjudicar la region cuyana con sequías. 

* El aumento del nivel del mar comienza a salinizar algunos acuiferos, por ejemplo en la zona de Villa Gesell. 

* El aumento de la temperatura y la escasez de lluvias favorece el desarrollo de incendios forestales. 

* La falta de agua en algunas zonas, como para otras el exceso de lluvias, provocara cambios en las condiciones sanitarias, al extenderse las enfermedades tropicales y subtropicales, como el dengue y la leptopirosis. 

crisis 

* Progresiva pérdida de playas y acantilados con riesgo para las construcciones cercanas a la linea de playa. 

De no detenerse este proceso, el país que hoy conocemos dejará de existir a raíz de los profundos cambios que experimentará y, a pesar de las señales que la naturaleza nos muestra, todavía no hay verdadera conciencia sobre los efectos nocivos de estas transformaciones, si bien existen proyectos por ejemplo limitar la deforestación estos aun no han sido tratados en el Congreso con la adecuada seriedad, y el desmonte continúa. 

miércoles, 1 de enero de 2014

CAMBIO CLIMÁTICO

Cambio climático: últimas noticias sobre el fin del mundo

Tom Dispatch


Crecí planificando mi futuro, preguntándome a qué universidad me gustaría asistir, qué estudiaría y, más tarde, dónde trabajaría, qué artículos escribiría, cuál podría ser mi próximo libro, cómo pagaría una hipoteca y cuál sería la próxima excursión de montaña que me gustaría hacer.Ahora, me pregunto sobre el futuro de nuestro planeta. Durante una reciente visita con mi sobrina de 8 años y mis sobrinos de 10 y 12, me contuve de preguntarles qué querían hacer cuando fueran mayores, o cualquiera de las preguntas orientadas al futuro que solía hacerme a mí mismo. Lo hice porque la realidad de su generación bien puede ser que aquellas preguntas sean reemplazadas por dónde conseguirán agua dulce, de qué alimentos dispondrán y qué partes de su país y del resto del mundo serán todavía habitables.
La razón, por supuesto, es el cambio climático, y todo lo malo que podría ocasionar me fue revelado en el verano de 2010. Estaba escalando el Monte Rainier, en el estado de Washington, por la misma ruta que había utilizado en un ascenso de 1994. En lugar de experimentar las puntas metálicas de los crampones unidos a las botas crujiendo en el hielo de un glaciar, me di cuenta de que, a gran altura, aún estaban raspando contra la roca volcánica a la vista. Hacia el anochecer, mis pasos provocaban chispas.
La ruta había cambiado tan drásticamente como para confundirme. Me detuve en un momento para mirar en lo profundo del acantilado hacia un glaciar bañado por la suave luz de la luna, unos cien metros más abajo. Se me cortó el aliento cuando me di cuenta de que estaba mirando lo que quedaba del enorme glaciar que había escalado en 1994, justo en aquel sector en que había hecho crujir el hielo con los crampones. Me detuve en seco, respirando el aire enrarecido de esas altitudes, mi mente luchando por entender el drama inducido por el cambio climático que se había desarrollado desde la última vez que había estado en ese lugar.
No he vuelto a Mount Rainier para ver cuánto más ha retrocedido el glaciar en los últimos años, pero recientemente me embarqué en una búsqueda para entender cuánto malo podía ser. Descubrí un conjunto de científicos serios -para nada una mayoría de los científicos del clima, pero atípicamente reflexivos – que sugieren que el asunto no es solo muy, muy malo: es catastrófico. Algunos de ellos, incluso, creen que si el actual ritmo de emisión de dióxido de carbono a la atmósfera, por la quema de combustibles fósiles, se combina con la liberación masiva de metano, un gas de efecto invernadero aún más potente, la vida tal como la hemos conocido los seres humanos se terminará en el planeta. Temen que estemos cayendo por un precipicio a un ritmo espeluznante.
Los más conservadores en ciencias del clima, representados por el prestigioso Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático (IPCC), pintan escenarios apenas menos espeluznantes, pero dediquemos un poco de tiempo -como hice yo- a lo que podríamos llamar científicos al borde del precipicio, y a escuchar exactamente lo que tienen que decir.
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“Como especie, nunca hemos experimentado 400 partes por millón de dióxido de carbono en la atmósfera “, dijo Guy McPherson, profesor emérito de biología evolutiva, recursos naturales y ecología de la Universidad de Arizona, experto en cambio climático hace 25 años . “Nunca hemos estado en un planeta sin hielo en el Ártico, y vamos a romper el techo de las 400 ppm … en un par de años. En ese momento, también veremos cómo desaparece el hielo del Ártico en el veran0. Este planeta no ha experimentado un Ártico libre de hielo durante al menos los últimos tres millones de años “.
Para los no iniciados, en los términos más simples, esto es lo que significaría un Ártico libre de hielo cuando de calentar el planeta se trata: con menor capa de hielo sobre las aguas del Ártico que la refleje, la radiación solar sería absorbida directamente por el mar Ártico. Esto calentaría las aguas y, por lo tanto el planeta, todavía más. Este efecto tiene el potencial de cambiar los patrones climáticos globales, variar el flujo de los vientos e incluso algún día posiblemente alterar la posición de las corrientes de viento más altas, o jet streams. Las jet streams polares son como ríos de corrientes rápidas que fluyen en lo alto en la atmósfera de la Tierra y empujan a las masas de aire frío y caliente, jugando un papel fundamental en la determinación del clima del planeta.
McPherson, que tiene el blog Nature Bats Last (La naturaleza es la última en golpear), añadió: “Nunca hemos llegado hasta este punto como especie y las implicaciones son verdaderamente graves y profundas para nuestra especie y para el resto del planeta viviente”.
Aunque su perspectiva es más extrema que la del grueso de la comunidad científica, que considera que un verdadero desastre puede ocurrir dentro de muchas décadas, McPherson está lejos de ser el único científico que expresa tales preocupaciones. El profesor Peter Wadhams, experto del Ártico de la Universidad de Cambridge, ha estado midiendo el hielo del Ártico durante 40 años, y sus hallazgos ponen de relieve los temores de McPherson. “El descenso en el volumen de hielo es tan rápido que vamos a quedar en cero muy rápidamente”, dijo Wadhams a la prensa. De acuerdo con datos actuales, se estima “con un 95 por ciento de certeza” que el Ártico tendrá veranos completamente libres de hielo en 2018 (investigadores de la Armada de Estados Unidos predijeron un Ártico sin hielo incluso para antes, en 2016.)
El científico británico John Nissen, presidente del Grupo de Emergencia de Metano del Ártico (del cual Wadhams es miembro), sugiere que si la pérdida de hielo marino del verano pasa “el punto de no retorno” y “se liberan catastróficas cantidades de metano del Ártico”, estaremos en una “emergencia planetaria instantánea.”
McPherson, Wadham y Nissen representan sólo la punta de un iceberg en deshielo de científicos que ya nos está advirtiendo sobre un inminente desastre que afecta especialmente a la liberación de metano del Ártico. En la atmósfera, el metano es un gas de efecto invernadero que, en una escala de tiempo de relativamente corto plazo, es mucho más destructivo que el dióxido de carbono (CO2). Es 23 veces más potente que el CO2 por molécula en una escala de tiempo de 100 años, 105 veces más potente a la hora de calentar el planeta en una escala temporal de 20 años. Y elpermafrost ártico, en tierra y más allá de la costa, está lleno de metano. “El lecho marino –dice Wadham- es un permafrost en alta mar, pero ahora se está calentando y fundiendo. Ahora estamos viendo grandes penachos de metano burbujeando en el Mar de Siberia … millones de kilómetros cuadrados, donde la cubierta de metano está siendo liberada”.
Según un estudio recién publicado en la revista Nature Geoscience, se está liberando el doble de metano de lo que se creía desde la Plataforma Ártica de Siberia Oriental, un área dos millones de kilómetros cuadrados frente a las costas del norte de Siberia. Sus investigadores encontraron que al menos 17 teragramos (un millón de toneladas) de metano están siendo liberados a la atmósfera cada año, cuando un estudio de 2010 había detectado sólo 7 teragramos liberados.
Al día siguiente de que Nature Geoscience publicó su estudio, un grupo de científicos de la Universidad de Harvard y otras instituciones académicas publicó un informe en Proceedings of the National Academy of Sciences que muestra que la cantidad de metano que se emite en Estados Unidos, tanto de petróleo como de actividades agrícolas, podría ser un 50% mayor que las estimaciones previas y 1,5 veces más altas que las estimaciones de la Agencia de Protección Ambiental (EPA) norteamericana.
¿Qué tan serio es el potencial global de metano acumulado? No todos los científicos creen que sea una amenaza inmediata o incluso la principal amenaza que enfrentamos, pero Ira Leifer, experto en atmósfera y océanos de la Universidad de California, Santa Barbara, y uno de los autores del reciente estudio sobre el metano del Ártico, me señaló que “la extinción masiva del Pérmico ocurrida hace 250 millones de años está relacionada con el metano que se cree es la clave de lo que causó la extinción de la mayoría de las especies en el planeta entonces.” En ese episodio de extinción, se estima que el 95% de todas las especies fueron exterminadas.
También conocida como “La Gran Mortandad”, fue provocada por un flujo de lava masiva en una zona de Siberia que dio lugar a un aumento de la temperatura global de 6°C. Eso, a su vez, provocó el derretimiento de los depósitos de metano congelados bajo los mares. Liberados a la atmósfera, provocaron que las temperaturas se dispararan aún más. Todo ocurrió en un período de unos 80 mil años.
Actualmente, estamos en medio de lo que los científicos consideran la sexta extinción masiva de la historia planetaria, con entre 150 y 200 especies que se extinguen cada día, a un ritmo mil veces mayor que la tasa de extinción “natural” o de “background”. Este evento ya puede ser comparable con, o incluso superior a, la velocidad e intensidad de la extinción masiva del Pérmico. La diferencia es que la nuestra es causada por el hombre, no va a tomar 80.000 años, sólo llevó hasta ahora unos pocos siglos y está ganando velocidad de una forma no lineal.
Es posible que, sobre las grandes cantidades de dióxido de carbono procedentes de los combustibles fósiles que siguen entrando en la atmósfera en cantidades anuales récord, un aumento de la liberación de metano marque el comienzo de la clase de proceso que llevó a la Gran Mortandad. Algunos científicos temen que la situación sea ya tan grave y con tantos circuitos de retroalimentación en marcha que vayamos camino de causar nuestra propia extinción. Peor aún, algunos están convencidos de que podría ocurrir mucho más rápidamente de lo que generalmente se cree posible: incluso en el transcurso de las próximas décadas.
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Como reza un informe de la NASA, “¿es un gigante climático dormido el que se despereza en el Ártico?”: “A lo largo de cientos de miles de años, los suelos congelados o permafrost del Ártico han acumulado grandes reservas de carbono orgánico -un estimado de 1.400 a 1.850 petagramos (un petagramo es 2,2 billones de libras, o mil millones de toneladas métricas). Eso es aproximadamente la mitad de todo el carbono orgánico almacenado en los suelos de la Tierra. En comparación, cerca de 350 petagramos de carbono se han emitido desde toda la combustión de combustibles fósiles y de las actividades humanas desde 1850. La mayor parte de este carbono se encuentra en suelos vulnerables a la descongelación, a tres metros de profundidad”.
Científicos de la NASA, y otros, están aprendiendo que el permafrost del Ártico -y su carbono almacenado – pueden no estar tan permanentemente congelados como su nombre lo indica. El científico Charles Miller, del Laboratorio de Propulsión a Chorro de la NASA, es el investigador principal de Experimento de Vulnerabilidad de los Reservorios Árticos (CARVE), una campaña de cinco años dirigida por la NASA sobre el terreno para estudiar cómo el cambio climático está afectando el ciclo del carbono en el Ártico. Miller le dijo a la NASA: ”Los suelos de permafrost se están calentando incluso más rápido que la temperatura del aire del Ártico –de 2.7 a 4.5 grados Fahrenheit o(1,5 a 2,5°C) en tan sólo los últimos 30 años. Como el calor de la superficie de la Tierra penetra en el permafrost, amenaza con remover estos reservorios de carbono orgánico y liberarlos a la atmósfera en forma de dióxido de carbono y metano alterando el balance de carbono del Ártico y, en gran medida agrava, el calentamiento global “.
El investigador teme que los resultados potenciales sean el derretimiento a gran escala del permafrost. Como señala, “los cambios en el clima pueden desencadenar transformaciones que simplemente no son reversibles en nuestras vidas, que puede causar cambios rápidos en el sistema de la Tierra que requerirán adaptaciones por las personas y los ecosistemas.”
El reciente estudio de la NASA destaca el descubrimiento de fuentes de metano activas y crecientes de hasta 150 kilómetros de diámetro. Un científico a bordo de un barco de investigación lo describió como un burbujeo notable a simple vista, en el que el agua de mar se parece a una gran piscina de soda. Entre los veranos de 2010 y 2011, de hecho, los científicos encontraron que en el transcurso de unos años unas ventanas de metano de sólo 30 centímetros de diámetro se habían vuelto de un kilómetro de ancho, un aumento del 3,333% y un ejemplo de la rapidez con la que partes del planeta están respondiendo a la alteración del clima.
Miller reveló otro hallazgo alarmante: “Algunas de las concentraciones de metano y dióxido de carbono que hemos medido han sido grandes, y estamos viendo patrones muy diferentes de lo que sugieren los modelos”, comentó sobre algunas de las conclusiones del CARVE. “Vimos explosiones a gran escala regional de más dióxido de carbono y metano que lo normal en el interior de Alaska y en toda la vertiente norte durante el deshielo de primavera, y que duró hasta después del recongelamiento de otoño. Para citar otro ejemplo, en julio de 2012 vimos metano en los pantanos Innoko Wilderness, cuyo nivel estaba 650 partes por mil millón más alto que los normales. Eso es similar a lo que puedes encontrar en una gran ciudad”.
Moviéndose debajo del Océano Ártico, donde están el hidrato de metano -a menudo descrito como gas metano rodeado de hielo- un informe de marzo de 2010 publicado por Science indicó que contienen acumulativamente el equivalente a de 1.000 a 10.000 gigatoneladas de carbono. Comparemos este total con las 240 gigatoneladas de carbono que la humanidad se ha emitido a la atmósfera desde el inicio de la revolución industrial.
Un estudio publicado en la prestigiosa revista Nature en julio de 2013 sugirió que un “eructo” de 50 gigatoneladas de metano a partir de la descongelación del permafrost del Ártico bajo el mar de Siberia Oriental es “muy posible en cualquier momento”. Eso sería el equivalente a al menos 1.000 gigatoneladas de dióxido de carbono.
Incluso el relativamente sobrio IPCC ha advertido sobre tal escenario: “La posibilidad de un cambio climático abrupto y/o cambios bruscos en el sistema de la Tierra provocado por el cambio climático, con consecuencias potencialmente catastróficas, no se puede descartar. La retroalimentación positiva de calentamiento podría causar la liberación de carbono o el metano de la biosfera terrestre y los océanos”.
En los dos últimos siglos, la cantidad de metano en la atmósfera ha aumentado de 0,7 partes por millón a 1,7 partes por millón. La introducción de metano en grandes cantidades en la atmósfera, temen algunos científicos del clima, puede tornar inevitable un aumento de la temperatura global de entre 4°C y 6°C.
La capacidad de la mente humana de captar y entender esa información está poniéndose a prueba. Y mientras esto pasa, más datos sigue llegando — y las noticias no son buenas.
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Consideremos esta cronología:
Fines del 2007: El IPCC anuncia que el planeta va a sufrir un aumento de temperatura de un grado Celsius debido al cambio climático hacia 2100.
Fines de 2008: El Centro Hadley para la Investigación de Meteorología pronostica un aumento 2°C para 2100.
Mediados de 2009: El Programa Ambiental de la ONU predice un aumento de 3,5 °C para 2100. Este incremento podría eliminar el hábitat para los seres humanos en este planeta, ya que casi todo el plancton de los océanos sería destruido, y los cambios de temperatura asociados matarían muchas plantas de la tierra. Los seres humanos nunca han vivido en un planeta con 3,5 C por encima de la actual línea de base.
Octubre 2009: el Centro Hadley para la Investigación Meteorológica difunde una predicción actualizada, que sugiere un aumento de la temperatura de 4°C para 2060.
Noviembre de 2009: el Global Carbon Project, que monitorea el ciclo global del carbono, y el Copenhagen Diagnosis, un informe de la ciencia del clima, predicen 6°C y 7°C de aumento en la temperatura media, respectivamente, para 2100.
* Diciembre de 2010: el Programa Ambiental de la ONU predice un aumento de hasta 5°C para 2050.
2012: el informe World Energy Outlook de la conservadora Agencia Internacional de la Energía (AIE) establece un aumento de 2°C en 2017.
Noviembre de 2013: la misma AIE predice un aumento de 3,5°C para 2035.
Una reunión informativa de la fallida Conferencia de Partes (COPA) de Copenhague de la ONU sobre cambio climático en 2009 proporcionó este resumen: “El nivel del mar a largo plazo que corresponde a la concentración actual de CO2 es de unos 23 metros por encima de los niveles actuales, y las temperaturas serán más altas en 6° C o más. Estas estimaciones se basan en registros climáticos reales a largo plazo, no en modelos “.
El 3 de diciembre, un estudio de 18 eminentes científicos, entre ellos el ex director del Instituto Goddard de la NASA para Estudios Espaciales, James Hansen, demostró que el largamente sostenido objetivo internacional de limitar los aumentos en la temperatura media mundial a 2° C estaba errado y muy por encima del umbral de 1°C que debería mantenerse para evitar los efectos de un cambio climático catastrófico.
Y tengamos en cuenta que las distintas evaluaciones principales de las futuras temperaturas globales rara vez asumen lo peor acerca de la posible retroalimentación climáticas como las del metano.
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Las muertes relacionadas con el cambio climático ya se estiman en cinco millones al año, y el proceso parece estar acelerándose más rápidamente que la mayoría de lo que los modelos climáticos han sugerido. Incluso sin tener en cuenta la liberación de metano congelado en el Ártico, algunos científicos ya están pintando un cuadro verdaderamente desolador del futuro humano. Por ejemplo, el biólogo Neil Dawe, del Canadian Wildlife Service , dijo en agosto a un periodista que no le sorprendería que la generación que le sigue fuera testigo de la extinción de la humanidad. Alrededor del estuario próximo a su oficina en la isla de Vancouver, él ha sido testigo de la desintegración de la “red de la vida” y “eso está pasando muy rápido”.
“El crecimiento económico es el mayor destructor de la ecología”, dice Dawe. “Aquellas personas que piensan que puede tener una economía en crecimiento y un medio ambiente sano están equivocados. Si no rebajamos nuestros números, la naturaleza lo hará por nosotros”. Y él no es de los que confían en que la Humanidad será capaz de salvarse a sí mism. “Todo está peor y seguimos haciendo las mismas cosas. Porque los ecosistemas son tan resistentes, que no castigan la estupidez precisamente de inmediato”,
Guy McPherson, de la Universidad de Arizona, comparte esos temores. “Vamos a tener muy pocos seres humanos en el planeta debido a la falta de hábitat”, dice. Sobre los estudios recientes que muestran lo que implicará el aumento de temperatura para ese hábitat, aclara que “sólo están contemplando el CO2 en la atmósfera”.
La pregunta entonces es: ¿podría alguna versión de extinción o casi extinción debida al cambio climático acabar con la humanidad, y posiblemente en un lapso increíblemente corto? Cosas similares han ocurrido en el pasado. Hace 55 millones de años, un aumento de 5°C en la temperatura media mundial ocurrió al parecer en sólo 13 años, según un estudio publicado en la edición de octubre 2013 de Proceedings of the National Academy of Sciences. Otro reporte de la edición de agosto 2013 de Science reveló que en el corto plazo el clima de la Tierra cambiará diez veces más rápido que en cualquier otro momento de los últimos 65 millones de años.
“El Ártico se está calentando más rápido que cualquier otro lugar en el planeta”, dijo el climatólogo Hansen. “Hay posibles efectos irreversibles de la fusión del hielo marino del Ártico. Si con ello luego el Océano Ártico se calienta, y se calienta el fondo del océano, entonces vamos a empezar a liberar los hidratos de metano. Y si dejamos que esto suceda, es un punto de inflexión potencial que no vamos a queremos que ocurra. Si quemamos todos los combustibles fósiles, entonces sin duda el hidrato de metano, con el tiempo, será liberador y agregará varios grados centígrados más de calentamiento, y no está claro que la civilización pueda sobrevivir a semejante cambio climático extremo”.
Sin embargo, mucho antes de que la humanidad haya quemado todas las reservas de combustibles fósiles en el planeta, grandes cantidades de metano serán liberadas. El cuerpo humano es potencialmente capaz de manejar un aumento de 6°C a 9°C en la temperatura del planeta, pero los cultivos y el hábitat que utilizamos para la producción de alimentos, no. Como dijo McPherson, “con un aumento de la línea de base de 3,5°C a 4°C, no veo ninguna manera de tener hábitat. Estamos a 0,85 C por encima de la línea de base y ya ha actuado de desencadenante de todos estos ciclos de retroalimentación climáticos”.
Y añade: “Toda la evidencia apunta a un aumento seguro de 3,5°C a 5°C de la temperatura global por encima de la “norma” de 1850 para mediados de este siglo, posiblemente mucho antes. Esto garantiza una retroalimentación positiva, ya en marcha, lo que lleva a 4,5°C-6°C o más grados por encima de esa base, lo que es un nivel letal para la vida. Esto es en parte debido al hecho de que los seres humanos tienen que comer y las plantas no pueden adaptarse con la suficiente rapidez para los siete mil a nueve mil millones de habitantes que seremos. Así que vamos a morir”.
Si creen que el comentario de McPherson sobre la falta de adaptabilidad es exagerada, tenga en cuenta que la tasa de evolución arrastra el ritmo del cambio climático a un factor de 10.000, según un paper de la edición de agosto 2013 de Ecology Letters. Por otra parte, David Wasdel, director del Proyecto Apollo-Gaia y experto en múltiples dinámicas de retroalimentación, dice: “Estamos experimentando un cambio de 200 a 300 veces más rápido que cualquiera de los eventos de extinción principales anteriores”.
Wasdel cita con especial alarma determinados informes científicos que muestran que los océanos ya han perdido el 40% de su fitoplancton, la base de la cadena alimentaria oceánica mundial, debido a la acidificación inducida por el cambio climático y a las variaciones de la temperatura atmosférica (según el Center for Ocean Solutions: “Los océanos han absorbido casi la mitad de las emisiones humanas de CO2 lanzado desde la Revolución Industrial. Aunque esto ha moderado el efecto de las emisiones de gases de efecto invernadero, está alterando químicamente los ecosistemas marinos cien veces más rápidamente de lo que ha cambiado en al menos los últimos 650.000 años”).
“Esto ya es un evento de extinción en masa. La pregunta es hasta dónde va a llegar, qué tan grave será. Si no somos capaces de detener la tasa de aumento de la temperatura y volver a ponerla bajo control, entonces un evento de alta temperatura, tal vez otros 5°C-6°C borraría al menos el 60% y el 80% de las poblaciones y las especies de la vida en la Tierra”.
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En noviembre de 2012, incluso Jim Yong Kim, presidente del Banco Mundial (una institución financiera internacional que concede préstamos a los países en desarrollo), advirtió que “un mundo 4°C más caliente puede, y debe, evitarse. La falta de acción sobre el cambio climático amenaza con hacer que nuestros hijos hereden un mundo completamente diferente del que estamos viviendo en la actualidad”.
Un informe encargado al Banco Mundial advirtió que sí estamos en camino de un “mundo 4°C más cálido” marcado por olas de calor extremo y la subida del nivel del mar amenazante para la vida.
Los tres diplomáticos sobrevivientes que lideraron las conversaciones sobre cambio climático de la ONU afirman que hay pocas posibilidades de que el próximo tratado sobre el clima, si alguna vez se aprueba, evite que el mundo se sobrecaliente. “No hay nada que pueda ser acordado en 2015 que pudiera estar en línea con la meta de los 2°C”, afirma Yvo de Boer, secretario ejecutivo de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático en 2009, cuando fracasaron los intentos de llegar a un acuerdo en una cumbre en Copenhague. “La única manera de que un acuerdo de 2015 (en París, N.de la T.) pueda alcanzar una meta de 2 grados es desconectar de golpe toda la economía mundial”.
El experto en atmósfera y océanos Ira Leifer está especialmente preocupado por los cambios en los patrones de precipitación que un proyecto de informe del IPCC, recientemente filtrado a la prensa, sugiere para el futuro: “Cuando miro que los modelos predicen un mundo de 4°C más caliente, veo muy poca lluvia en vastas franjas de la población. Si España se convierte en Argelia, ¿dónde conseguirán los españoles el agua para sobrevivir? Tenemos partes del mundo muy pobladas que tienen altas precipitaciones y cultivos, y cuando las lluvias y los cultivos desaparezcan y el país se empiece a parecer más al norte de África, ¿qué mantendrá con vida a la gente?”
El informe del IPCC sugiere que podemos esperar un cambio generalizado de los patrones de lluvia mundiales más al norte, quitando del futuro suministro de agua a áreas que ahora reciben abundantes lluvias. La historia nos muestra que cuando el suministro de alimentos colapsa, surgen las guerras, al tiempo que el hambre y las enfermedades se propagan. Todas estas cosas, temen los científicos ahora, podría suceder en una escala sin precedentes, especialmente dada la naturaleza interconectada de la economía global.
“Algunos científicos sugieren hacer planes para adaptarnos a un mundo de 4°C más cálido”, comenta Leifer. “Si bien es prudente, uno se pregunta cuál es la parte de la población que vive ahora que podría adaptarse a un mundo así, y mi opinión es que es sólo unos pocos miles de personas que busquen refugio en el Ártico o la Antártida”.
No es sorprendente que los científicos con estos puntos de vista a menudo no sean los más populares de la clase. McPherson, por ejemplo, a menudo es llamado “Guy McStinction”, a lo que responde: “Sólo reporto resultados de otros científicos. Casi todos estos resultados se difunden en publicaciones establecidas y reconocidas. No creo que nadie esté cuestionando a la NASA, o Nature o a Science, o Proceedings of the National Academy of Sciences. Estos y otros que reporto son razonablemente bien conocidos y provienen de fuentes legítimas, como la NOAA (la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica estadounidense), por ejemplo. No estoy inventando esta información, sólo estoy conectando un par de puntos, y es algo para lo que muchas personas tienen dificultades “.
McPherson no tiene muchas esperanzas para el futuro, ni en la voluntad del gobierno para hacer algo parecido a los cambios radicales que serían necesarios para aliviar rápidamente el flujo de gases de efecto invernadero a la atmósfera, ni espera que los principales medios de comunicación pongan mucho esfuerzo en la presentación de informes sobre todo esto porque, como él dice, “no hay mucho dinero en el fin de la civilización, y menos aún en la extinción humana”. La destrucción del planeta, por otro lado, es una buena apuesta “porque hay dinero en esto, y siempre y cuando sea ese el caso, va a continuar”.
Leifer, sin embargo, está convencido de que existe una obligación moral para no darse por vencido y que se podría torcer el camino hacia la destrucción global. “En el corto plazo, si se consigue hacer lo correcto por el interés económico de la gente, ocurrirá muy rápido”. Y ofrece una analogía para considerar si la humanidad estaría dispuesta a actuar para mitigar los efectos del cambio climático: “La gente hace todo tipo de cosas para reducir su riesgo de cáncer, no porque se le garantiza que no lo padecerá, sino porque uno hace lo que puede y contrata la protección y los seguros de salud necesarios para tratar de reducir el riesgo de contraerla”.
Los signos de una crisis climática que empeora nos rodean, querramos verlos o no. Ciertamente, la comunidad científica los capta. Al igual que innumerables comunidades que ya experimentan los efectos del cambio climático en forma sorprendente y que se preparan a nivel local ante desastres cada vez peores, como inundaciones, sequías, incendios forestales, olas de calor y tormentas. Las evacuaciones de islas bajas del Pacífico Sur ya han comenzado. La gente en esas áreas se ve obligada a enseñar a sus hijos a adaptarse a aquello en lo que estamos convirtiendo al mundo.
Mi sobrina y sobrinos están haciendo algo similar. Están sembrando verduras en un jardín del patio trasero y sus ocho pollos proporcionan más que suficientes huevos para la familia. Sus padres tienen la intención de enseñarles a ser cada vez más autosuficientes. Pero ninguna de estas acciones sinceras puede mitigar lo que ya está en marcha en lo que respecta al clima global.
Tengo 45 años, y muchas veces me pregunto cómo mi generación sobrevivirá a esta crisis climática inminente. ¿Qué pasará con nuestro mundo si las aguas árticas de verano quedan realmente libres de hielo dentro sólo unos pocos años? ¿Cómo será mi vida si tengo que experimentar un aumento de la temperatura global de 3,5° C?
Y por encima de todo, me pregunto cómo podrán sobrevivir las generaciones venideras.
Dahr Jamail ha escrito mucho sobre el cambio climático, así como el desastre petrolero de British Petroleum en el Golfo de México. Ha recibido numerosos premios, incluyendo el Martha Gellhorn de Periodismo y el James Aronson de Periodismo para la Justicia Social. Es autor de dos libros: “Más allá de la Zona Verde: crónicas de un periodista independiente en el Irak ocupado” (Beyond the Green Zone: Dispatches from an Unembedded Journalist in Occupied Iraq) y “La voluntad de resistir: soldados que se niegan a combatir en Irak y Afganistán” (The Will to Resist: Soldiers Who Refuse to Fight in Iraq and Afghanistan). Actualmente, trabaja para el servicio en inglés de Al Jazeera, en Doha, Qatar. 
Fuente: http://www.tomdispatch.com/blog/175785/tomgram%3A_dahr_jamail%2C_the_climate_change_scorecard/

martes, 26 de noviembre de 2013

Emisiones de calentamiento global



Solo 90 compañías causaron dos tercios de las emisiones de calentamiento global producidas por el hombre

The Guardian

Traducido para Rebelión por Germán Leyens

La crisis del clima del Siglo XXI, ha sido causada en gran parte por solo 90 compañías, que entre ellas produjeron cerca de dos tercios de las emisiones de gases invernadero generadas desde el comienzo de la era industrial, muestra nueva investigación.

Las compañías varían desde firmas de propiedad de inversionistas –nombres muy conocidos como Chevron, Exxon y BP– hasta firmas de propiedad estatal y bajo dirección gubernamental.

El análisis, publicado por la revista Climatic Change, y bien acogido por el ex vicepresidente Al Gore como un “paso crucial hacia adelante” estableció que la vasta mayoría de las firmas estaban en el negocio de producir petróleo, gas o carbón.

“Hay miles de productores de petróleo, gas y carbón en el mundo”, dijo el climatólogo y autor Richard Heede en el Climate Accountability Institute en Colorado. “Pero los que toman las decisiones, los directores ejecutivos, o los ministros de carbón y petróleo si uno lo limitara a solo una persona, podrían ser transportados en un autobús Greyhound o dos”.

La mitad de las emisiones consideradas fueron producidas solo en los últimos 25 años – mucho más allá de la fecha en la que gobiernos y corporaciones se percataron de que las crecientes emisiones de gases invernadero de la quema de carbón y petróleo estaban causando un peligroso cambio del clima.

Muchas de las mismas compañías también poseen sustanciales reservas de combustibles fósiles que –si son quemadas– ponen al mundo ante un riesgo cada vez mayor de un peligroso cambio climático.

Los expertos en el cambio climático dijeron que el conjunto de datos es el más ambicioso esfuerzo hecho hasta la fecha por responsabilizar a productores individuales de carbono, en lugar de los gobiernos.

El panel de cambio climático de las Naciones Unidas, el IPCC, advirtió en septiembre de que al ritmo actual el mundo corre peligro de agotar dentro de 30 años su “presupuesto de carbono – la cantidad de dióxido de carbono que podría emitir sin entrar en la zona de peligro sobre 2C de calentamiento. El ex vicepresidente de EE.UU. y defensor del medio ambiente, Al Gore, dijo que la nueva contabilidad del carbono podría reajustar el debate sobre la responsabilización por la crisis climática.

Dirigentes reunidos en Varsovia esta semana para conversaciones de la ONU sobre el clima, se enfrentaron repetidamente por el tema de qué países tienen la responsabilidad de resolver la crisis climática – emisores históricos como EE.UU. o Europa o las economías ascendientes de India y China.
Gore, en sus comentarios, dijo que el análisis subrayó que no era solo tarea de los gobiernos actuar respecto al cambio climático.

“Este estudio es un paso crucial hacia nuestro entendimiento de la evolución de la crisis del clima. Los sectores públicos y privados por igual deben hacer lo necesario para detener el calentamiento global,” dijo Gore a The Guardian. “Los que son históricamente responsables de la contaminación de nuestra atmósfera tienen una clara obligación de formar parte de la solución”.

Entre ellos, las 90 compañías en la lista de máximos emisores produjeron un 63% de las emisiones cumulativas globales de dióxido de carbono industrial y de metano entre 1751 y 2010, ascendiendo a unas 914 gigatoneladas de emisiones de CO2, según la investigación. Todas, con la excepción de siete de las 90 son compañías energéticas que producen petróleo, gas y carbón. Las siete restantes son fabricantes de cemento.

La lista de 90 compañías incluye a 50 firmas de propiedad de inversionistas – sobre todo compañías petroleras con nombres ampliamente reconocidos como Chevron, Exxon, BP, y Royal Dutch Shell y productores de carbón como British Coal Corp, Peabody Energy y BHP Billiton.

Unas 31 de las compañías que componen la lista son compañías de propiedad estatal como
Saudi Aramco de Arabia Saudí, Gazprom de Rusia y Statoil de Noruega.

Nueve son industrias dirigidas por gobiernos, que producen sobre todo carbón en países como China, la antigua Unión Soviética, Corea del Norte y Polonia, la anfitriona de las conversaciones de esta semana.

Expertos familiarizados con la investigación de Heede y la política del cambio climático dijeron que esperan que el análisis ayude a romper el impase en las conversaciones climáticas internacionales.

“Parecería como si esto podría romper la obstrucción”, dijo Naomi Oreskes, profesora de historia de la ciencia en Harvard. “Hay todo tipo de países que han producido una cantidad tremenda de emisiones históricas de los que normalmente no hablamos. No hablamos normalmente de México o Polonia o Venezuela. Por lo tanto no se trata solo de rico contra pobre, es también productores contra consumidores, y ricos en recursos contra pobres en recursos.”

Michael Mann, el climatólogo, dijo que espera que la lista conduzca a mayor escrutinio del uso de las compañías del petróleo y el carbón de sus reservas restantes. “Lo que pienso que sería un cambio radical en este caso es el potencial para una identificación clara de las fuentes de futuras emisiones”, dijo. “Aumenta la rendición de cuentas por la quema de combustibles fósiles. No se puede quemar combustibles fósiles sin que el resto del mundo lo sepa.”

Otros se mostraron menos optimistas de que llevar las cuentas de manera más exhaustiva de las fuentes de emisiones de gases invernadero facilitaría el logro de la reducción de emisiones requerida para evitar un catastrófico cambio climático.

John Ashton, quien sirvió como negociador jefe del cambio climático del Reino Unido durante seis años, sugirió que los resultados reafirman el papel central en la economía de las entidades productoras de combustibles fósiles.

“El desafío que enfrentamos es pasar en el espacio de no mucho más que una generación de un sistema de energía intensivo en carbono a un sistema energético neutral en carbono. Si no lo hacemos no tendremos ninguna probabilidad de mantener el cambio climático dentro del umbral de los 2C,” dijo Ashton.

“Al destacar la manera en la cual una cantidad relativamente pequeña de grandes compañías se encuentran al centro del actual modelo de crecimiento intensivo en carbono, este informe destaca ese desafío fundamental”.

Mientras tanto, Oreskes, quien ha escrito extensivamente sobre la negación del clima financiada por las corporaciones, señaló que varias de las principales compañías en la lista han financiado el movimiento de cambio climático.

“Para mí una de las cosas más interesantes en las que hay que pensar es la coincidencia de productores en gran escala y del financiamiento de campañas de desinformación, y cómo eso ha retrasado la acción”, dijo.

Los datos representan ocho años de exhaustiva investigación de emisiones de carbono con el transcurrir del tiempo, así como la historia de propiedad de los principales emisores.

Las operaciones de las compañías cubren el globo, con sedes de las compañías en 43 países diferentes. “Esas entidades extraen recursos de cada provincia con petróleo, gas natural y carbón en el mundo, y procesan los combustibles para obtener productos comercializables que son vendidos a consumidores en cada nación de la Tierra”, escribe Heede en el documento.

Las mayores de las compañías de propiedad de inversionistas fueron responsables de una parte más grande de lo normal de las emisiones. Casi un 30% de las emisiones fueron producidas solo por las mayores 20 compañías, estableció la investigación.

Según el cálculo de Heede, las compañías petroleras y productoras carbón dirigidas por el gobierno en la antigua Unión Soviética produjeron más emisiones de gas invernadero que ninguna otra entidad – algo menos de un 8,9% del total producido con el transcurrir del tiempo. China llega cerca, en segundo lugar, con sus entidades dirigidas por el gobierno que representan un 8,6% de las emisiones totales del globo.

ChevronTexaco fue el principal emisor entre las compañías de propiedad de inversionistas, causando un 3,5% de las emisiones de gas invernadero hasta la fecha, y Exxon está bastante cerca con 3,2%. En tercer lugar, BP causó un 2,5% de las emisiones globales hasta la fecha.
El historial histórico de emisiones fue basado en el uso de registros públicos y datos del Centro de Información y Análisis de Dióxido de Carbono del departamento de energía de EE.UU., y tuvieron en cuenta las emisiones a todo lo largo de la cadena de producción y distribución.

El centro estimó las emisiones industriales globales desde 1751 en 1.450 gigatoneladas.

Suzanne Goldenberg es corresponsal medioambiental de The Guardian en EE.UU.
Fuente: http://www.theguardian.com/environment/2013/nov/20/90-companies-man-made-global-warming-emissions-climate-change

martes, 12 de noviembre de 2013

FUKUSHIMA no perdona

Más fugas de agua radiactiva y más descontrol en Fukushima



Es una nota de urgencia de la agencia EFE, Tokio, que toma pie en informaciones de la cadena pública nipona NHK [1]: trabajadores de la planta de Fukushima han detectado una nueva fuga de agua radiactiva.
La fuga está ubicada “en una de las áreas destinadas a los tanques para almacenar el líquido que se usa para refrigerar los reactores”. Técnicos de la central “encontraron la filtración cerca de una de las barreras que rodean una zona de contenedores junto al reactor 4 y trataron de contenerla con sacos de arena”. El reactor 4 tiene en su techo las más de mil barras radiactivas de combustible que tienen que ser trasladas en breve, en una intervención técnica de enorme complejidad nunca realizada hasta el momento.
La fuga produjo un charco en el que se detectaron unos 140 becquereles/litro de estroncio radiactivo. El estroncio 90 es, entre otras cosas, uno de los elementos más importantes de la contaminación de Chernóbil. Es un radionúclido que se incorpora al organismo, a los huesos, Actúa como el calcio [2]. El Bq mide la cantidad de radiactividad contenida en una muestra dada de materia. Un becquerelio corresponde a aquella cantidad de elemento radiactivo en la que ocurre una desintegración atómica por segundo [3] .
Representantes de TEPCO, han asegurado que el agua no ha llegado, hasta el momento, hasta ninguna zanja ni desagüe que conduzca al mar. Podemos poner todos los paréntesis que creamos necesarios y todas las dudas que sean razonables. Explicaron también que la fuga se produjo cerca de una válvula de drenaje. Ésta permanecía cerrada. La corporación está investigando por ello el origen de la filtración. Algunos ingenieros han apuntado la posibilidad “de que se deba a unas juntas defectuosas en la barrera que rodea el área de almacenamiento. Esta barrera está levantada a base de bloques de hormigón unidos mediante soldadura o fijaciones metálicas”.
Recuérdese que el pasado agosto uno de los tanques de almacenamiento de líquido radiactivo dejó escapar 300 toneladas de agua muy tóxica, una parte de la cual llegó al mar. No todos los contenedores del mismo modelo han podido ser sustituidos hasta el momento. Este tipo de tanque fue construido de manera rápida y, punto esencial, “económica” (hay que disminuir costes sea como sea incluso en operaciones de este tipo y en circunstancias como las actuales). Las juntas de esos tanques defectuosos están unidas con resina en vez de con soldadura.
Controlar, por una parte, las fugas de estas cisternas y, por otra, del líquido radiactivo que se acumula en los sótanos de los reactores atómicos es el principal desafío para los técnicos e ingenieros en estos momentos. El agua que se estanca en las bases de los edificios de los reactores, producto de las filtraciones del refrigerante, y la de los acuíferos naturales que penetran también en los sótanos, hace que la central vierta diariamente unas 300 toneladas de agua radiactiva al mar, al océano. La contaminación se extiende por el Pacífico.
Escenarios posibles. David Suzuki ha señalado que en caso de que hubiera otro terremoto de magnitud siete o superior se produciría una evacuación completa de América del Norte y el "adiós a Japón" [4]. "He visto un estudio que dice que si en realidad la cuarta planta colapsa por un terremoto y las varillas quedan expuestas, es el adiós a Japón y todo el mundo en la costa oeste de América del Norte debe ser evacuado".
No es Suzuki un aficionado al tema. Galardonado con 16 premios académicos importantes y presentador de una popular serie de CBS, 'La naturaleza de las cosas', fue el orador principal en un simposio científico sobre ecología del agua en la Universidad de Alberta, EE.UU. “En vez de limitarse a discutir los ecosistemas marinos o de agua dulce, Suzuki lanzó una advertencia muy seria sobre el futuro de Fukushima y sus consecuencias potenciales para todo el planeta”. Hablando de la naturaleza de la bomba de tiempo que hace tictac en Fukushima, reiteró que la planta atómica nipona accidentada es quizás la mayor amenaza para la humanidad y el planeta a la que nos enfrentaremos en un futuro inmediato. "Fukushima es la situación más terrible que me pueda imaginar. Tres de las plantas fueron destruidas en el terremoto y el tsunami. Una cuarta resultó dañada de tal forma que el temor es que, si hay otro terremoto de magnitud siete o mayor, ese edificio colapsaría desatando un infierno. Y la probabilidad de un terremoto de este tipo en los próximos tres años es más del 95%".
Otra gran amenaza, señaló Suzuki, surge del plan de extracción del combustible radiactivo de la planta afectada. Tepco ha anunciado, como se indicó, “que pronto comenzará a intentar la extracción de más de 1.200 bloques usados de combustible nuclear de una piscina de enfriamiento”. Los científicos de todo el mundo han advertido desde hace más de dos años “de los peligros y las consecuencias a nivel global que puede acarrear este proceso que tendría lugar cerca del reactor número 4”.
Recordemos el “Chernóbil (y más que Chernóbil) a cámara lenta” del nos habló poco días después de la hecatombe de 2011 el científico comprometido Eduard Rodríguez Farré.

PS. Algunas referencias de interés de un lector de Público:
http://www.theherald.com.au/story/1848433/the-ocean-is-broken/ (testimonio de un navegante entre Japón y California).
http://www.youtube.com/watch?v=iwg0r9R1aFE (Dr. Michio Kaku sobre Fukushima)

Notas:
[2] El estroncio y otros elementos, como el yodo por ejemplo, c onsiguen incorporarse al cuerpo humano porque son iguales o equivalentes a elementos no radiactivos que existen en la naturaleza que son necesarios para la vida humana.
[3] Una central nuclear de 1.000 MW emite del orden de 9.500 becquerelios por cada kWh generado. Ello significa mas de 240 billones de Bq por cada año de funcionamiento.

Salvador López Arnal es miembro del Front Cívic Somos Mayoría y del CEMS (Centre d’Estudis sobre els Movimients Socials de la Universitat Pompeu Fabra, director Jordi Mir Garcia).

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso de los autores mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.